Resumen:
Un fenómeno central que caracteriza hoy nuestro planeta es el que la mayoría de los estados y sus sociedades participan, de una manera u otra, de una dinámica globalizadora sustentada en una concepción neoliberal de la política económica. En este contexto, el neoliberalismo se convierte en un totalitarismo, ya que pretende imponer un modelo único, presentándose como inevitable e irreversible, planteando que los imperativos del mercado mundial hacen que la globalización sea forzosa. Este argumento pasa por alto la viabilidad y el dinamismo inherentes de los mercados locales y regionales. Por otro lado, el argumento neoliberal de que la globalización es el resultado irreversible de la «lógica del capitalismo» es tanto asocial como ahistórica y oscurece a los múltiples actores y a los múltiples estados que intervienen y determinan los «movimientos» (lógica) del capital. No se sitúa a la «lógica» en relación con el rol de la política estatal, de la ideología, con la lucha de clases en el establecimiento de los
parámetros y las condiciones de la acumulación del capital.
Del mismo modo, el neoliberalismo es también un dogmatismo, pues sus principios se presentan como verdades incuestionables. De ahí que sea necesariamente forzoso superarlo como marco interpretativo.