La configuración del Estado Terrorista a partir de 1976 en la Argentina convalidó la práctica sistemática de la tortura, la autorización policial para matar en lugar de capturar a las personas vivas, las represiones colectivas y el crimen político. La naturalización de esta violencia a través de la inoculación del “terror” facilitó durante estos años un comportamiento social basado en la sospecha y segregación de la víctima que alimentó la “negación” del horror; luego –una vez recuperada la democracia- la debilidad política de los nuevos gobiernos hizo que se aceptara pagar determinados costos en función de la gobernabilidad, comprometiendo con ello insalvables contradicciones en el plano de la institucionalidad ética de la política y la defensa de los derechos humanos. El silencio y el olvido fueron componentes necesarios de la impunidad penal y la impunidad moral que tuvo lugar en la Argentina durante la transición democrática.
The configuration of the Terrorist State starting from 1976 in Argentina authenticated the systematic practice of torture, the police authorization to kill instead of capturing people alive, the collective repressions and the political crime. The naturalization of this violence through the inoculation of "terror" facilitated during these years a social behavior based on the suspicion and the victim's segregation that fed the "negation" of horror; then, after democracy was recovered - the new governments political weakness made that it was accepted to pay certain costs in function of governance, committing with no savable contradictions in the institutional politics’ ethical field and the defense of the human rights. Silence and forgetfulness were necessary components of penal and moral impunity that
had place in Argentina during the democratic transition.